martes, 15 de septiembre de 2009

Voz de Dafne

Supón que de verdad Dafne murmura
en lo que llamas quejas de esta planta,
sin sospechar la dicha que suplanta
en verde luz la antigua criatura.

Siente temblar al viento mi cintura
donde se enreda el día que adelanta,
la voz multiplicada que te canta,
¡oh Apolo, esta tristeza de ser pura!

Río del aire, estremecida escala
donde la danza aprende la cadencia
y urden abeja y flor su claro juego,

te amaré, dios de miel, tortura de ala,
con la misma encendida resistencia
con que te huí mujer y árbol me entrego.

Julio Cortázar.

Este soneto se encuentra en Salvo el crepúsculo
Representa el mito de Dafne, nombre que en griego significa laurel. Era una ninfa hija del dios-río Peneo que transcurre por la región de Tesalia. El dios Apolo, afectado por una de las flechas de Eros, la amaba, pero ella no le correspondía y le esquivaba. En una ocasión Apolo la persiguió, y ella huyó hacia las montañas para evitarlo; entonces ella se encomendó al dios del río Peneo, que la transformó en un laurel. De sus pies iban saliendo raíces y sus extremidades se convertían en frondosas ramas del árbol que desde ese momento fue el consagrado al dios Apolo y pasó a representarlo.